En el 2016 viví lo que muchos denominan “la noche oscura del alma”, el momento en el que el dolor, el vacío, la desolación y la angustia se reúnen para recordarte que llegó el momento de volver a conectar con lo que en verdad eres. Mi “noche oscura” se inició a punta de arma cuando un chico de unos 20 años me pidió que le entregará todo lo que tenía. Con el tiempo me di cuenta que era una metáfora de lo que me estaba pidiendo la vida: que entregará todas mis experiencias vividas desde la carencia, la violencia y el hambre. Claro esta, que esto lo supe tiempo después. La noche continuó con un telegrama de despido. Aunque fuera un trabajo que ya no me hacía feliz el momento se sintió traumático. La vida me estaba pidiendo que fuera honesta conmigo y que conectará con la luz que vine a entregar a este mundo. El fin de la “noche oscura” fue el silencio, la llegada de la muerte, mi madre se fue de este mundo y decidió hacerlo en su casa, el lugar que tanto amaba. Dos días después mi amada perra Morena, quien fuera mi gran compañera durante 16 años decide dejar su cuerpo y emprender el viaje.